Porque te hago saber, Sancho que la boca sin muelas es como un molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante (Miguel de Cervantes – El Quijote)
Entre nuestras especialidades de cirugía oral se encuentra la apicectomía. Seguramente este término no nos resulte tan familiar como el de endodoncia, llamado de forma más común ‘matar el nervio’. Los dos tienen en común que son tratamientos propios de la Odontología Conservadora, especialidad enfocada a preservar el diente en boca.
La endodoncia es el procedimiento que permite salvar piezas dentales reduciendo los casos de extracción, tratando el interior del diente (elimina la pulpa dental infectada), lo que permite mantener la dentición natural, el hueso y la encía que le rodea, así como su funcionalidad. Se trata de una intervención que se realiza con anestesia.
La endodoncia en ocasiones puede fracasar o resulta insuficiente debido a la gravedad de la infección. Cuando se da esta circunstancia, como último recurso para conservar ese diente natural es la apicectomía.
Se entiende por apicectomía la resección (extirpación) quirúrgica, por vía transmaxilar (atravesando la mandíbula), de un foco (parte infectada) periapical (zona que rodea la raíz del diente) y del ápice dentario (la raíz del diente). Es decir, es la extirpación quirúrgica de la raíz de la pieza dental y de los tejidos próximos que estén infectados.
La cirugía periapical o apicectomía supone también la extracción de quistes o granulomas periapicales con corte del ápice radicular. El hecho de que el proceso se realice en la parte periapical es lo que marca la diferencia con el tratamiento de conducto (endodoncia).
La apicectomía se realiza cuando un diente ha perdido vitalidad en su parte interna, esta se infecta y se extiende hasta la raíz creando en ocasiones quistes o granulomas. Estos pueden emerger a través de la encía o detectarse al realizar una radiografía, como cuando se detecta una caries profunda que ha infectado la pulpa dental.
Será el cirujano quien valore si se puede realizar o no una apicectomía, ya que pueden existir factores que lo contraindiquen, por eso el profesional debe realizar un diagnóstico preciso de cada caso, revisando el historial del paciente y con las técnicas que permitan examinar la pieza afectada y el tejido adyacente a la misma.
Después de que el cirujano ha realizado el estudio del paciente, se procede a la intervención. Como sucede con la endodoncia, es un procedimiento que no duele pues se realiza con anestesia local, insensibilizando la pieza dental afectada y la zona de tejido contiguo.
Se realiza una pequeña incisión en la encía, en la zona próxima a la infección, para poder acceder a la masa ósea, donde se eliminará cierta cantidad de hueso para que la punta de la raíz, quede al descubierto. Seguidamente se realizará un corte con el fin de extraer el ápice y drenar los tejidos infectados. El conducto se sella con MTA (material trióxido agregado) para evitar futuras filtraciones e infecciones. Finalmente se sutura la incisión que se retirará entre 5 y 10 días después, dependiendo de la fragilidad del tejido que se regenerará hasta volver a su estado normal.
El paciente deberá ser revisado tanto clínica como radiográficamente a los seis meses y al año. Durante los cinco años posteriores a la intervención, se recomienda que sea visto a intervalos de 1 a 2 años.
El índice de éxito de una apicectomía está prácticamente garantizado, unicamente en contados casos en los que la raíz tiene una grieta o fractura es posible que el tratamiento fracase y entonces, es obligada la extracción dentaria. Pero con la aparatología que hoy existe es raro que esto suceda.
No olvidemos la importancia de hacer siempre una revisión semestral para mantener y mejorar nuestra sonrisa. Estas revisiones para nuestros pacientes son gratuitas.
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