En el cuerpo humano numerosos tejidos y órganos como los cartílagos, epidermis, líquido sinovial, tejido conjuntivo, ojos,… contienen de forma natural esta sustancia, el ácido hialurónico o hialuronato, cuya propiedad principal es la capacidad de atraer y retener el agua, lo que hace que todos estos tejidos se mantengan en perfectas condiciones.
Un tercio de la cantidad total de ácido hialurónico del cuerpo se degrada y se vuelve a sintetizar a diario, pero la presencia de esta sustancia en nuestro organismo va disminuyendo progresivamente en el proceso de envejecimiento. Hay que señalar que a la edad de 50 años, nuestro organismo ha perdido la mitad del ácido hialurónico corporal. Esa piel flácida que abre la puerta a las arrugas, es consecuencia de la pérdida de hidratación en la piel, de elasticidad y firmeza.
También las articulaciones sufren la pérdida del ácido hialurónico, los cartílagos se tornan rígidos y, eso hace que sintamos dolor a causa del roce entre los huesos, e incluso pueden romperse.
El ácido hialurónico se descubrió en 1934 en el vítreo del ojo de una vaca, por dos farmacéuticos alemanes: Karl Meyer y John Palmer. Se vio que era un polisacárido (cadena de azúcares de unas 25.000 unidades de D-Glucurónico y N-Acetil Glucosamina). Una molécula que exactamente es igual en la cresta del gallo, la aleta de tiburón, el cartílago y la piel humana.
Fue en 1942 cuando se utiliza con fines comerciales por vez primera, aunque no fue hasta los años 70 cuando se crea el primer producto de uso médico formado a base de este compuesto que fue utilizado en la especialidad de oftalmología, cuando un científico utilizó técnicas para sintetizar el ácido de las crestas de los gallos y es que se obtiene principalmente de ellas, de la cresta de los gallos, del cordón umbilical, de las aletas de los tiburones, y también por fermentación bacteriana.
El ácido hialurónico es uno de los productos estrella de la medicina estética y la cosmética, precisamente por su capacidad para retener y atraer el agua. Este uso es el más conocido, pero también hay que indicar que se han generado diferentes terapias y tratamientos en medicina regenerativa y traumatológica y también en otros ámbitos de la ciencia médica.
Son muchos los productos cosméticos que actualmente se comercializan que contienen esta sustancia obtenida por síntesis. La función principal es la de penetrar en la piel para mezclarse con el ácido hialurónico natural y de esta forma promover la producción de más cantidad de esta sustancia, además de favorecer también la formación de colágeno.
Pero no vamos a tratar los usos a nivel estético por todos conocidos de este producto, sino el uso médico del ácido hialurónico en odontología, nuestra especialidad.
Se trata de un producto inyectable que se inyecta en las zonas a tratar. Existen dos tipos:
Los usos médicos del ácido hialurónico abarcan un campo cada vez mayor en el tratamiento de diferentes patologías:
En Clinica Dental Dr. Fuset lo utilizamos para mejorar la cicatrización y regenerar las encías y la mucosa oral y, también en el tratamiento quirúrgico de la disfunción de la articulación temporomandibular.
El ácido hialurónico presenta propiedades cicatrizantes, ya que acelera la cicatrización tisular, muy útil en caso de aftas y úlceras orales y heridas diversas que puedan aparecer en la cavidad bucodental.
También son muy útiles sus efectos antinflamatorio, antibacteriano y antiedematoso como tratamiento coadyuvante en la reparación y la regeneración tisular periodontal y el tratamiento de la enfermedad periodontal.
Además ha demostrado poseer gran utilidad terapéutica en procesos degenerativos a nivel articular como la osteoartritis. También es una gran opción terapéutica en los trastornos temporomandibulares, trastornos que afectan al aparato masticatorio y reducen la calidad de vida de los pacientes.
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